Psicología de masas: ¿Por qué los mercados tienden a exagerar?

El poder de la masa para imponer su propia versión de la verdad. ¿Delirio o verdad? Reflexionemos sobre la supuesta sabiduría de los grandes números.

Los mercados también son narrativas. Y estas narrativas pueden o no ser un reflejo de la realidad. En la mayoría de los casos, son interpretaciones y percepciones (subjetivas) de un grupo social sobre algo concreto. Lo curioso es que, en el mundo de las finanzas, las ilusiones se pueden convertir en realidad. Porque las expectativas tienen el poder de transformarse en profecías autocumplidas. Entonces, lo falso se puede volver verdadero con un acto de fe (temporalmente). Por ende, los mercados están muy dados a caer en los delirios.

El inversor no tiene más opción que mirar al futuro. Antes de tomar cualquier decisión, este debe realizar un pronóstico. Bien sabemos que la ganancia yace en comprar hoy a un precio para vender mañana a otro mejor. O sea, el pronóstico debe predecir que la demanda de mañana debe ser mayor a la demanda de hoy para que la inversión tenga un sentido.

Ahora supongamos que una persona realiza un pronóstico alcista. De pronto, la narrativa alcista gana popularidad debido a la promoción. Nos guste o no, no es necesario que la narrativa en cuestión encuentre fundamento en la realidad. Lo importante aquí es que dicha narrativa sea lo suficientemente atractiva para captar la atención de un gran número de personas. Esto es una victoria por aclamación. Una vez que se logra romper el escepticismo inicial, el entusiasmo se esparce como la pólvora. El individuo gana fuerza siendo parte de un grupo. Se adquiere confianza en el número. Y la presión de seguir al grupo elimina en gran medida a la disidencia. ¿Puede tanta gente estar equivocada?

Lo que normalmente ocurre en el espacio cripto es que la verdad de la tribu se convierte en la verdad del universo. El mundo se divide en dos: los amigos y los enemigos. La ideología se impone creando su sesgo alcista muy marcado. Por ende, todo escepticismo se interpreta como parte de una malvada conspiración del enemigo contra la tribu. Somos nosotros contra ellos.

¿La prensa? ¿Los influencers? ¿Los CEOs de la industria? Todos ellos deben complacer a la masa. Porque la masa solo acepta lo que la masa quiere escuchar. Entonces, la presión de convertirse en un propagandista más es muy grande. ¿Por qué? Bueno, porque una voz crítica y objetiva no será muy popular. Y, sin popularidad, no hay rentabilidad. El influencer que apele a las emociones y a las fantasías siempre tendrá más seguidores que el analista honesto y sincero. Una verdad incómoda siempre será menos popular que una fantasía conveniente.   

Ahora bien, la narrativa alcista gana muchos adeptos debido a la promoción. Y, luego, comienzan las compras. Estas compras suben el precio. De pronto, los alcistas tenían la “razón”. Después de todo, sus pronósticos se cumplieron. Lo que, a su vez, implica que los escépticos estaban equivocados. Esas alzas son interpretadas por la tribu como una validación de la narrativa alcista original. Los alcistas dijeron que el precio subiría y el precio, en efecto, subió. ¡Clarividencia! O sea, estaban en lo cierto desde el principio. En el proceso, la oposición pierde credibilidad. Lo que impulsa más compras. Por ende, más alzas.

Las alzas generan más alzas. Porque un alza motiva a la otra. Los compradores se sienten confiados, porque se contagian con el sentimiento general. Sin embargo, en la medida que suben las valoraciones, el mercado se vuelve cada vez más irracional. O, dicho de otro modo, se va perdido más el sentido de realidad. ¿Por qué? Porque las valoraciones ya no se están basando en un análisis objetivo de la realidad. Se están basando en algo mucho más subjetivo. Se está basando en la lógica circular de que el precio siguiera subiendo por el simple hecho de que ha subido. Eso, por supuesto, no se puede sostener por mucho tiempo, porque el dinero, tarde o temprano, se acabará. En ese momento, el mercado reconoce su exageración. Los inversores entran en pánico. Y se produce una fuerte corrección.

Los seres humanos están diseñados biológicamente para depender del apoyo de los números. Confía en el otro. Y asume que en los números yace la verdad. La fe en el grupo es más poderosa que la verdad que vista con nuestros propios ojos. Porque, con frecuencia, la verdad oficial de la tribu es la única verdad que importa. Todo lo demás es la falsedad del enemigo. ¿Bitcoin? Claro que sí.

¿Qué es Bitcoin? Bueno, Bitcoin es un código en una red de computadoras. Se trata de una serie de letras y números en un base de datos. Lo que ocurre es que ese código se utiliza como una tasa de intercambio monetario. O sea, el código representa una paridad cambiaria. Es una abstracción que, para un grupo de personas, simboliza un valor monetario. Entonces, su precio no puede ser infinito o totalmente independiente, porque depende estrechamente de la realidad demográfica, monetaria, social, política y cultural de los participantes.

En otras palabras, la narrativa puede plantear quimeras y faunos. Incluso, puede generar grandes alzas vendiendo ilusiones. Sin embargo, tarde o temprano, la realidad nos recordará las limitaciones del mundo físico. La imaginación puede presentar un mundo de recursos ilimitados. Sin embargo, el mundo real no cuenta con recursos ilimitados. Esa contradicción entre lo subjetivo y lo objetivo es la gran creadora de fluctuaciones en los mercados. Ilusión y decepción. Optimismo y pesimismo. Fe y duda.

En gran medida, la ganancia del inversor se obtiene del delirio de la masa. El lucro se logra monetizando las equivocaciones del mercado. El mercado suele ser bastante irracional en el corto plazo, pero tiende a ser mucho más racional en el largo plazo. Cuando un activo está siendo subvalorado por el mercado, hay ahí una oportunidad de compra. Por otro lado, cuando un activo está siendo sobrevalorado por el mercado, hay ahí una oportunidad de tomar ganancias. Pero, para lograr este éxito como inversor, debemos confiar más en nuestro propio criterio personal que en la supuesta sabiduría de la masa.

La masa se equivoca más que el individuo. Aunque el mercado tenga la razón en el momento debido al poder de una narrativa pasajera, el mercado tiende a equivocarse más en el tiempo gracias al poder de los factores que dominan la realidad. 

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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Author: Gustavo Godoy

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