Mercados y economía no reflejan lo mismo. Mercado se mueve por expectativas.
Resulta que allá por el siglo XVII, las compañías holandesas empezaron a vender acciones al público. ¿Qué es una acción? Pues una parte de la empresa. Si comprabas una acción, tenías derecho a votar en las decisiones de la empresa y a recibir una parte de los beneficios. O sea, eras dueño de un trocito de la empresa. ¿No está mal, verdad?
Pero había un problema. ¿Qué pasaba si querías tu dinero de vuelta? La empresa no tenía por qué comprarte la acción. Entonces, ¿qué hacías? Pues se les ocurrió una idea genial: vender la acción a otra persona. Así nació el mercado secundario, donde los accionistas podían comprar y vender acciones entre ellos. Y aquí viene lo divertido: el precio de la acción podía subir o bajar según la oferta y la demanda, y no tenía por qué reflejar el valor real de la empresa. Así que podías ganar o perder dinero sin que la empresa hiciera nada.
Imagínate que tienes una empresa que se dedica a viajar al nuevo mundo y traer productos exóticos para venderlos en tu país. Tienes cinco barcos, una tripulación experimentada y una clientela fiel. Esperas ganar una cantidad X de dinero con cada viaje. Por eso, valoras tu empresa en una cantidad Y de dinero. Y vendes acciones de tu empresa basándote en esa valoración.
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Author: Gustavo Godoy